Era inevitable escuchar el goteo de agua, parecía que el caño del baño se había malogrado o Sara olvidó cerrarlo bien; con el silencio tan potente en la casa todos los sonidos menores alcanzaban protagonismo, la gota de agua, el viento, el paso de las palomas por la ventana, las voces de los albañiles que estaban en una construcción en algún lado, al igual que su martilleo y golpes de la construcción. Las mañanas eran un poco desoladoras, acompañadas de ladridos de algunos perros vecinos y sonidos de autos y aviones que pasaban de vez en cuando. Sara llegaba recién a las tres de la tarde, volaba, es decir, salía lo más rápido que podía de su trabajo hacia la casa, pero el tráfico en la ciudad evitaba que esté más temprano, como a ella le gustaría. Mientras trabajaba, en los momentos que podía, llamaba a casa para hablar con mamá Elena, quien se había acostumbrado a disfrutar de los sonidos del silencio y trataba de moverse según el cuerpo le permitía, ya los años habían co
Un poco de recuerdos en una olla, agregas mucha imaginación, dejas cocer por unos cuantos días, condimentos al gusto y remueves lo necesario hasta descubrir el nacimiento de algo nuevo.