Sabía que tenía que ser más paciente y esperar, pero quien me conoce sabe que no es esa una virtud de la cual pueda jactarme. Corría un viento de regular intensidad, así que aunque estaba bajo el sol de media mañana, el viento refrescaba el alma. ¿Cuánto tiempo llevamos aquí? -le pregunté a mi reloj- a lo que pronto respondió: cerca de media hora. No era mucho -pensé- y luego fijé la mirada en el mar mientras sostenía la paleta de madera que enrollaba el nylon de pesca. Al fondo pude ver uno de aquellos pescadores de la zona sobre su caballito de totora, balsa milenaria construida con tallos y hojas de totora que mide entre 4 a 5 metros aproximadamente, es usado por los pescadores de Huanchaco, me distrajo un buen momento ver cómo iba avanzando en el mar ¡un espectáculo! para ellos algo de todos los días, para mí no. En el muelle no había mucha gente aún, esto aumentaba mi impaciencia porque debería estar pescando más y luego sonreí al verme nuevamente con esas ideas antecedida
Un poco de recuerdos en una olla, agregas mucha imaginación, dejas cocer por unos cuantos días, condimentos al gusto y remueves lo necesario hasta descubrir el nacimiento de algo nuevo.